SEMILLAS LIBRES PARA UN PUEBLO LIBRE

Quien controla las semillas, controla dónde, cómo, cuándo y qué producir. La importancia de una soberanía en materia de semillas involucra tanto a productores como a consumidores. Este es el trabajo del “Grupo de Semillas Locales” que intenta rescatar y preservar variedades locales del Cinturón Verde Platense.

Durante el aislamiento social preventivo obligatorio, las actividades dentro de casa se multiplicaron. El tiempo disponible debía ser invertido en algo, y una de las actividades preferidas en los hogares fue la cocina. Los hogares que se encontraban rodeados de verde fueron de los más privilegiados, ya que la necesidad del contacto con el exterior fue vital para sobrellevar el aislamiento durante la pandemia. Dentro de las actividades realizadas al aire libre, una de ellas fue el mantenimiento y diseño de huertas. La gente en sus patios comenzó a construir almácigos, macetas, hacer compost, comenzar a germinar y poner manos en la tierra para mantener sus huertas.

En la ciudad de La Plata, el “Grupo de Semillas locales” de la Universidad Nacional de La Plata, no se detuvo durante la pandemia, sino que a distancia y desde sus casas siguieron haciendo una de las tantas cosas que realizan como proyecto de extensión; proveer de semillas a consumidores, huerteros y productores.

“Nosotros seguimos trabajando desde las redes generando vínculos con otros. Hemos tenido conferencias con otros grupos, reuniones y muchas consultas por facebook e instagram, y hemos logrado mantener los kit de las semillas que producimos en el verano, ensobrarlas y hacerlas circular. Es algo distinto trabajar de este modo, pero para el contexto que tenemos se trabajó un montón”, cuenta Adriana Ahumada, integrante del Grupo de Semillas locales de la Universidad Nacional de La Plata.

El grupo está conformado por estudiantes, docentes, graduados y no docentes, en su mayoría de las Facultades de Cs. Agrarias y Forestales y de Cs. Naturales y Museo de la UNLP. Viene caminando desde el 2012 y a lo largo del tiempo el grupo fue tomando diferentes formas.

“Nacimos en asociación al Grupo de Productores del Tomate Platense, junto con ellos fuimos recuperando varias semillas locales que seguimos reproduciendo, catalogando y guardando junto con el saber asociado; las semillas en los territorios y las plantas coevolucionando con el ambiente. Luego se armó la “Unidad Promocional de Investigación y Desarrollo de Semillas Hortícolas Locales del Cinturón Verde Platense” (UPID) donde se intentó institucionalizar ese rescate de variedades hortícolas locales del Cinturón Verde Platense; la multiplicación, conservación y valoración. Y en el último tiempo venimos buscando otras semillas locales para darle más diversidad tanto a los productores como a las huertas”.

El grupo de semillas locales de la UNLP no solo busca la preservación de las semillas, sino que también pretende generar las condiciones para que productores y consumidores se beneficien a través del intercambio libre de semillas. “No buscamos que la semilla se preserven por preservar, por eso nuestra intención no es un banco de semillas estático. La idea es que entren en un circuito de consumo y producción, y algunas otras las guardamos para ensayos e investigar”.

Al mismo tiempo hay una relación fundamental para que exista una circulación beneficiosa de las semillas; el rol que tienen todos los que integran dicha cadena, circuladores, productores, intermediarios y consumidores. ¿Por qué el rol del consumidor es tan importante? De hecho pareciera ser que los consumidores nada tienen que ver con las semillas. Bueno, todo lo contrario.

“Hay variedades de semillas locales que no son tan conocidas ni demandadas por los consumidores, y es por eso que existe la incertidumbre de los productores en incorporarla a sus producciones. De este modo hay especies que difícilmente logran preservarse dentro de un circuito dinámico. A medida que los consumidores reconozcan una variedad, la puedan probar, recuerden otras recetas, la van a solicitar y ahí entraría en el mercado. Sino es muy difícil que el productor se anime a producirla por más de que a él le resulte, porque después no podría venderla. Esa es otra gran pata del trabajo que hacemos; el fortalecimiento de los canales de venta para algunas variedades locales, a través de degustaciones en ferias, y otras estrategias para su difusión”, comenta Adriana Ahumada.

La pérdida de especies nativas ha colaborado con la extinción de la biodiversidad local. Así también, el nacimiento del agronegocio instaló un único modelo productivo no respetando las variedades y diversidad vegetal, autóctona y local, sino una lógica monótona, y universal, que ha creado una cultura productiva y alimentaria tanto en productores como en consumidores.

En el 2018, durante el macrismo, se debatió en comisiones a puertas cerradas del Congreso un anteproyecto para una nueva ley de semillas, entre la Federación Agraria, la Sociedad Rural y el bloque de Cambiemos, sin participación alguna de otros sectores que también representan el sector rural y campesino.

El martes 27 de agosto del 2019, Macri dijo que realizaría modificaciones a la llamada Ley de Semillas 20.247 mediante un Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU). El anuncio se iba a llevar a cabo el jueves al mediodía en Casa Rosada. Sin embargo, tras el repudio social que generó la noticia, desde el gobierno se dio marcha atrás.

El DNU que modificaría la Ley de Semillas planteaba que los agricultores deberían pagar por el derecho a la propiedad intelectual o patentación de las semillas a las empresas que les proveen, negando el punto que la ley actual de semillas incluye donde menciona los “derechos del agricultor” amparados por tratados internacionales de semillas como el Tratado de Recursos Fitogenéticos de la FAO.

Desde el Foro Agrario dijeron que “si avanzan con este DNU, que profundiza las actuales políticas económicas en detrimento del derecho a la alimentación sana y nutritiva de todas y todos los argentinos, solo podrá ser derogado desde el Poder Ejecutivo Nacional”. Y también señalaron que “si se aprueba este Decreto será ilegítimo e inconstitucional y será un insulto a la democracia de un gobierno que supo tener poco respeto a la misma y que se va confirmándolo”.

La ley que rige actualmente, fue sancionada en 1973, y cuenta con varios puntos que todavía no son contemplados para los sectores campesinos y mediano y pequeños productores. No obstante, bajo la ley actual, el uso propio de semillas está contemplado tanto para la investigación como por la resiembra, incluyendo los “derechos del agricultor”. “Esta es la ley que tenemos, y creo que debiera plantearse una reformulación de la misma pero partiendo desde acá para adelante, no retrocediendo para atrás”, mencionó Adriana.

“El año pasado, desde el Consejo Directivo de la Facultad de Cs. Agrarias y Forestales de la UNLP, participamos en el pronunciamiento de “NO A LA NUEVA LEY DE SEMILLAS” en donde participaron todos los claustros compuestos por docentes, estudiantes, directivos, graduados y no docentes”, dijo Adriana Ahumada.

Quien controla las semillas, controla dónde, cómo, cuándo y qué producir. Esto también determina la alimentación de todos y todas las argentinas, su accesibilidad y su calidad. Es por eso que la preservación de la biodiversidad vegetal, manteniendo las especies locales vivas y en circulación, también es fundamental para un mayor consumo y producción local, para el crecimiento de una economía social y solidaria, y el reconocimiento de los sectores rurales hortícolas que abastecen a más del 80% del pueblo argentino.

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